
Este blog nace de la pasión de una bióloga marina por acercar el desconocido mundo de la espirulina al gran público. Puede parecer irrelevante, un superalimento más de los que anuncian las marcas de té para aumentar sus ventas. Pero eso es signo inequívoco de que nos hemos perdido entre los posts, los memes y los falsos profetas de las grandes corporaciones. Donde las grandes empresas te dicen qué comprar y a qué precio. O una revista no especializada se inventa propiedades milagrosas: ¿limpiar los cristales con espirulina para convertir tus ventanas en placas solares? Creo que no…
Vivimos en la era del plástico, donde nada falta y todo sobra, donde se usa algo para luego desecharlo un segundo más tarde… y lo mismo ocurre con la información. Información desechable, de poca calidad, sacada de la manga, sin saber de dónde viene y a dónde va. Un vertiginoso torrente en el que nos perdemos, giramos y giramos sin ser capaces de cribar esa información, sin saber si lo que leemos es veraz o es otro espejismo más de esta vida plástica de rápida, pero corta, vida.
Por eso hemos querido quitarte trabajo, hemos cribado, leído y sintetizado información de las mejores fuentes. Hemos apoyado los conceptos clave con referencias a artículos científicos y sólo nos hemos fiado de revistas científicas reconocidas. Cada párrafo esconde mucho trabajo pero está hecho con amor, con amor al arte. Porque la ciencia, también es un arte.
Como proclama el movimiento “slow food”, abogamos por retornar a la comida real, hecha lentamente, con sabiduría y arte, porque eso es lo que nos puede sanar (arte-sana). La cuestión no es ver el alimento sólo como una amalgama de nutrientes, sino como una forma de mantener nuestra forma de vida, el medio rural y la soberanía alimentaria.
La espirulina es un superalimento, es verdad; fue elegido por la NASA para alimentar a sus astronautas, es verdad; pero no todo lo que llega a tus manos tiene las propiedades reales y originarias de la espirulina. La mayoría de la que encuentras en las tiendas (casi un 90%) proviene de cultivos masivos, normalmente a miles de km de distancia y con dudosos controles de calidad. Por no hablar de los gigantes del comercio online, que te encuentran la peor calidad al mejor precio.
Espero que sea todo lo ameno que me gustaría, que ayude a apreciar la calidad de la espirulina artesanal, la hecha a mano, la que está secada con cariño y la que fomenta la economía local, la soberanía alimentaria y crea puestos de trabajo cualificados e inclusivos. Solo a través del conocimiento se puede comprender por qué un producto que viene de la conchinchina (típico de la espirulina industrial) puede costar un tercio del que te vende la granja de espirulineros de tu provincia, y por qué la diferencia de calidad es tan abrumadora.
Lee y comparte cuanto quieras, y si crees que hay algo que se nos ha escapado o nos hemos equivocado, no dudes en contactarnos. No somos como el DJ del Pacha, aquí se admiten sugerencias